Una
adivina le había dicho cuando tenía 17, que viviría en una
isla, y estaría rodeado de música hasta que se decidiera a
enfrentar su vida... pero Kevin no le creyó. Dos años más
tarde estaba estudiando teatro en la Academia Juilliard, que
quedaba al lado de la Academia de música, en la isla de Manhattan...
Academia que abandonó... para enfrentar su vida.
Partiendo
desde abajo, Kevin Fowler, que entonces comenzó a ser
llamado Kevin Spacey, trabajó como ayudante de escenografía,
y de vez en cuando interpretaba papeles como "la piedra" o
"el mensajero". En 1982, el productor de la compañía, Joseph
Papp convenció a Spacey de que el mundo real se llamaba Broadway,
y le dio el coraje para que actuara en la obra "Ghosts" de
Ibsen, donde compartió el escenario con Liv Ullman, conocida
por sus trabajos junto a Ingmar Bergman.
Desde
entonces la rueda definitivamente no volvió a parar. Su actuación
en "Ghosts" fue aclamada por la crítica, y su siguiente trabajo,
haciendo múltiples papeles en la versión de Mike Nichols para
la obra, "Hurlyburly", lo elevaron como un actor-camaleon,
condición que ha mantenido en sus trabajos cinematográficos.
Mike
Nichols ("Quién le teme a Virginia Wolf", "La jaula de las
locas") fue quien, después de dirigirlo en el teatro, decide
dirigirlo en el cine, en 1986, en un pequeño pero inolvidable
papel en "Heartburn", como un ladrón del metro. A pesar de
iniciar una auspiciosa carrera en el cine, Kevin Spacey nunca
abandonó las tablas.

El
mismo año de su debut fílmico, protagonizaba la obra de Eugene
O'Neill "Long Day's Journey Into Night" junto a Jack Lemmon
y Peter Gallagher. Al terminar una de las funciones, una adorable
señora de acento sureño, se le acercó para felicitarlo, era
Katherine Hepburn, quien había protagonizado en los '60, la
versión cinematográfica de la obra. Desde entonces han mantenido
una amistad que se basa en las largas cartas que le envía
Kevin para contarle de su vida, y en las breves notas en las
que ella responde: "Querido Kevin, bien hecho. Kate".
|