Los
detectives entran a la estación de policías, hablando de este hombre
al que no conocen más que por sus horribles asesinatos. Hay cinco
víctimas, han pasado seis días, el criminal está por cometer su
último acto de limpieza, (si asumimos que las deducciones
relacionadas con los siete pecados capitales son ciertas).
Ha
sido una semana de mierda rodeados de basura en esta oscura y húmeda
ciudad, todavía tienen la esperanza de poder capturarlo, pero cómo,
si estando tan cerca, no lo consiguieron, ese hijo de perra se escapó
por poco, por tan poco... De pronto, una voz a lo lejos, mientras
Somerset y Mills suben las escaleras... "Detectives,
you're looking for me"
Es
él, finalmente encontramos un rostro detrás de esas toneladas de
palabras escritas que encontramos en su casa, tenemos una figura
detrás de los crímenes... hemos conocido a John Doe... ¿Qué demonios
se supone que hagamos con él ahora?
Mills,
ahora que lo tiene bajo sus narices, custodiado por cientos de policías,
con un chaleco antibalas entre su pecho y el mundo exterior... sólo
ahora es capaz de hablarle como si nada, y burlarse de él, y decirle
que de todas maneras lo hubieran capturado.
Pero entonces ¿dejaron morir a esas otras cinco personas?
Nunca
hubieran dado con él, si él mismo no hubiera aparecido en la estación...
¿qué hubiera pasado entonces?, para qué pensar en eso, si todavía
queda mucho por pasar...

Cuando
se ha visto un par de veces esta película del director David Fincher,
cuando ya se sabe el terrible final que nos tiene preparados, es
posible ver la historia de otra manera. Porque entonces nos damos
cuenta de que todo era parte del plan maestro de este hombre llamado
John Doe, porque ni siquiera su captura fue al azar.
Los detectives Mills y Somerset no se interponen en el camino de
Doe y sus víctimas, son una pieza más. Es muy fuerte esa idea, y
probablemente por eso la película tiene el éxito de descolocar y
dejar con un sentimiento de opresión. No son los malos contra los
buenos, porque es siempre una fuerza, la de Doe, la que guía la
historia.
Nosotros
seguimos el proceso que viven los detectives, y probablemente creemos
que son ellos los que "investigan" y "descubren", pero ellos no
hacen otra cosa que seguir el sendero que les había trazado John
Doe desde un principio.

Los
alemanes en los inicios del cine eran incapaces de hacer comedias.
Los ingleses lo hacían, los norteamericanos, y los franceses, pero
no los alemanes. Para ellos el sentimiento de un destino escrito
desde antes de nacer, que marca sus vidas y les impide actuar por
"casualidad" era demasiado fuerte.
Es
evidente que la historia de "Se7en" está inspirada en este mismo
principio. Por eso su relato, sus personajes, los sucesos son tan
novedosos. Actualmente no se encuentra una historia con este punto
de vista. El darnos cuenta de que el personaje fuerte, protagónico,
con el que nos sentimos identificados (icono que impusiera Hitchcock,
con James Stewart) no es el poseedor del control, en ningún momento
de la película, nos descoloca.

Ahí
entra John Doe. El John Doe creado por Andrew Kevin Walker (guionista),
que nos parece impredecible, loco, un
jodido desquiciado al que es mejor ver detrás de una reja, un
ser despreciable... pero ¿dije un ser despreciable?, ¿no lo eran
también aquellas "inocentes" personas que murieron por su obra y
gracia? "Inocents?"
Perdemos,
entonces, completamente el poder de identificarnos con cualquier
personaje de esta cinta. ¿Nos quedamos con el psicópata, o con sus
víctimas, o con los pobres detectives? Es mejor no meternos con
él; como le dijo Jack Crawford a Clarice Starling en "El silencio
de los corderos" (donde aparece otro brillante "desquiciado"), 'tú
no quieres a ese tipo metido en tu cabeza'.

Pero la advertencia, llega demasiado tarde. Ahora ya está alojado
ahí, para asustarnos, para amenazarnos, para aparecer en el momento
menos esperado (aunque bien planeado por él), y empezar a hablarnos
de las cosas que creíamos seguras, y desiquilibrarnos a nosotros
también.
"Oh, god!"
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