"Vamos
Williamson", dice Shelley Levene (Jack Lemmon), "sólo una lista
buena, y vas a ver que vuelvo a vender como antes", pero Williamson
sólo sonríe y se sigue poniendo su impermeable, afuera está lloviendo
a cántaros.
Las
listas buenas sólo se le darán a los que hayan tenido éxito en las
pasadas listas. Hay que vender propiedades a gente que quiera comprarlas
(si son buenas listas, serán buenas propiedades y gente inteligente,
si son malas listas, son basuras de propiedades que hay que embutirle
a gente boba que quiera comprarlas).
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Williamson
es el jefe de esta oficina, es jefe sin que se lo merezca
(a juicio de los vendedores), es jefe y no hace nada, y lo
echa a perder a penas puede (a juicio de nosotros, luego de
ver que arruina la venta de Ricky Roma (Al Pacino)). Pero
a él no le importa, tiene una familia en alguna parte, a ellos
tampoco los soporta, pero este asunto de las listas lo está
matando, él podrá ser el jefe, pero se siente en la mierda
igual que ellos, sus empleados.
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John
Williamson sólo quiere terminar su trabajo, como muchos norteamericanos
típicos que han caído en la basura-rutinaria-de-un-puesto-de-oficina.
Pero él no tiene los sueños que tiene Lester Burnham, o por
lo menos, si queremos pensar positivo, todavía no los tiene...
Nadie como John Williamson puede tener sueños, los hijos de
perra no tienen sueños, no tienen una vida, no sonríen (a
menos que sea de maldad),
no son amables a menos que les convenga.
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John
Williamson es un maldito hijo de perra, y se siente bien al
respecto. Este personaje de Kevin Spacey, creado por David
Mamet (también autor de la obra de teatro, que en Chile dio
el teatro de la UC, con el nombre de "Lomas del Paraiso"),
representa todo lo que es odiable en el mundo laboral actual.
El prototipo de jefe insoportable junto a otros prototipos
de empleados ambiciosos, frustrados y sobre todo cansados,
se conjugan en esta historia. James Foley, lamentáblemente
no logra sacarse de encima el que es una obra de teatro, y
su manera de filmar aporta bastante poco a la película.
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Pero
esto también implica que los protagonistas desarrollen sus diálogos
y personajes como actores de teatro (Al Pacino, Jack Lemmon, Johnathan
Pryce, todos actores que han trabajado en teatro)... A los personajes
no les queda otra cosa que ser geniales.

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